Así que fui a visitar al temible capitán Zeta, el más bravo pirata que jamás haya surcado los mares, del que se contaban leyendas de oriente a poniente. Le pedí humildemente unirme a su tripulación, ya que era por todos conocido que se disponía a emprender una larga travesía hacia aquella remota isla con el fin de reclutar marinos de entre su gente, la más competente de aquella parte del océano. Me respondió...
|