bueno pues ya q tanto hablamos de chistes vamos a arrancar un tema donde cada uno se cuente un chiste empiezo yo:
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Un tipo que decide comprar una mascota ve a un loro colgando, cabeza abajo, de un palo; se le queda mirando y dice en voz alta:
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"Vaya, ¿qué le habrá pasado a este loro?"
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"Yo nací así: soy un loro sin patas", dice el ave.
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"¡Je, je! Me pareció como si este pájaro hubiera entendido lo que dije y me hubiera contestado".
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"Claro que entendí lo que dijiste. Soy un loro sumamente inteligente y muy culto".
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"¿Ah, sí? Entonces contéstame esto: ¿cómo te cuelgas del palo, si no tienes patas?"
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"Bueno, verás, me da un poco de vergüenza, pero ya que has preguntado, te lo voy a decir: uso mi pene como gancho y lo enrollo en el palo, no puedes verlo porque lo cubro con mis plumas".
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"¡Increíble! ¿Realmente puedes entender lo que dice la gente y contestar?"
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"Claro que sí, hablo español e inglés. Puedo conversar sin mayores problemas casi sobre cualquier tema: política, religión, fútbol, química, filosofía... y soy especialmente bueno en ornitología. Deberías comprarme, soy un excelente compañero".
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El hombre mira la etiqueta del precio ($200) y masculla:
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"Ese precio es demasiado para mí".
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"Pssst", le llama el loro moviendo un ala para que se acerque. "Nadie me quiere porque no tengo patas. Ofrécele al dueño $20".
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El hombre ofrece los $20 y sale de la tienda con el ave. Pasan las semanas y el loro es sensacional, gracioso, interesante, un excelente amigo, entiende todo y hasta da muy buenos consejos. Su dueño está feliz con él. Un día, el hombre llega de trabajar y el perico lo llama:
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"Pssst", moviendo un ala para que se acerque.
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El tipo se pone muy cerca de la jaula.
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"No sé si contarte o no, pero es acerca de tu mujer y el cartero".
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"¡¿Qué?!"
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"Bueno, esta mañana, cuando llegó el cartero, tu mujer lo recibió con un beso en la boca. Ella estaba vestida sólo con ropa interior".
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"¿Y después qué pasó?"
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"Después, el cartero entró en la casa y empezó a acariciarla toda".
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"¡Dios Santo! ¿Y qué más?"
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"Después, le quitó las bragas y el sostén. Se arrodilló y empezó a besarla por todas partes, empezando por los senos, lentamente, e iba bajando y bajando por el ombligo y seguía y seguía..."
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El ave se queda callada un buen rato.
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"¿Y qué pasó? ¿Qué pasó? ¡Habla maldito loro!", grita frenético el hombre.
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"No sé, se me paró y me caí del palo".
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